sábado, 25 de mayo de 2013

303. Extraño optimismo

Hay muchas cosas por hacer y por decir y ellos lo saben, me refiero a los jóvenes que ya tuvieron su “movilidad exterior”, que suficientemente preparados, concienciados y todos los participios que queráis añadir, siguen apostando por estar aquí, entre los suyos, compartiendo ideas y trabajo casi por nada, intentando contruir y no destruir.

Todo va encaminado a, como muy bien dijo Carrillo, “hacer de España, nuevamente, el patio de su recreo”, (el nuevamente es mío). Como si todas las personas que trabajan y trabajaron por hacer de este lugar un país mejor y más libre no contaran para nada; incluso tienen la desfachatez de decir todo lo que tiene que cambiár, pero sólo cambia lo que les interesa. Sí, ya sé, la puñetera mayoría.

Bueno, pues a pesar de todo, hay un extraño optimismo. Hay vida más allá de esta tenebrosa situación y hay movimientos. Nuestra juventud no ha sido reprimida como la de todos los que han levantado el país de años de totalitalismo. Saben cómo son la mayoría de los trabajos que ofrecen fuera, están de vuelta, y quieren construir aquí, para ellos y para sus hijos, que por edades muchos tienen ya, y quieren que crezcan con su familia.

Pueden, con su mayoría, con sus “remember”, con el adoctrinamiento que vuelve, pensar que están ganando, dejémoslos.
No sé vosotros, pero yo seguiré aplaudiendo y apoyando ese “extraño optimismo” porque lo que no nos van a quitar son los ideales y las ganas de luchar por ellos.
Puede, incluso, que la casas se conviertan en colegios y universidades al paso que vamos, porque ni las leyes que quieran ir cambiando los sucesisvos ministros nos van a adocenar. 

Y que si nos vamos todos, ¿quién les va a plantar cara?

jueves, 16 de mayo de 2013

302. Tengo...

el agua recogida

tengo el verde

y un caracol cabreado que me mira.

sábado, 11 de mayo de 2013

301. La inmediatez

Tener fiebre te da otra perspectiva, es como si tu cuerpo, harto ya de dejarse guiar por tu mente, te dijera “para de una puñetera vez”. Y tú le haces caso, ahora es él quien manda y tú obedeces, sabes que si te rebelas será mucho peor. El tiempo se detiene y se densa dentro de ti. 
-¿Qué puedo hacer?

Hacer, hacer, hacer, como si estar siempre haciendo algo significara vivir a tope. A cada nueva pregunta la fiebre ataca para que tengas, por fin, que rendirte a lo evidente: descansa, te impone.

Así que nada de pantallas, -no si yo..., solo tengo un móvil antiguo, para llamar y punto, y, a veces, silenciado-, excepto una: la tele, ahora es cuando puedes darle un buen uso. Docus que te mecen y amodorran, pelis para todos los gustos, nada de actualidad, no te alterés o te subirá...

Qué importantes los dedos, y el mando de la tele, esa inmediatez de cambiar a tu gusto: ahora quiero esto y lo otro y lo de más allá.

Me gusta, ya no me gusta.

Disculpen, estoy como tonta, ¿será por la fiebre?

viernes, 3 de mayo de 2013

300. Tenerlo claro

Saber y no saber, ésta es la cuestión para el actor. Saber para no perderse en la escena, pero también, no saber para no repetirse, no saber para no mecanizar, para que el encuentro con el otro sea verdadero. 
Jorge Eines
 
¿Hay alguna circunstancia en la vida en la que tengamos claro cómo actuar? Seguro que si pensamos sobre ello la duda entra por algún resquicio aparentemente oculto.

Como actor, estás en el teatro, no en la calle ni en casa. Si llevas a escena la acción de la calle o del hogar, se parecerá mucho a lo que sucedería si colocas una estatua de tamaño natural encima de una columna: ya no parecería de tamaño natural.  
Constant Coquelin

Y qué decir de los nervios, dónde meterlos por más que intentes relajarte, cómo acercarte a ese umbral donde dejas de ser tú para ser otra persona.

Cuando el actor siente verdaderamente con intensidad todos los principios de la composición, éstos se transforman en su corazón y en su voluntad. Pero si el actor deja que su corazón sea mudo y su voluntad endeble, ¡sin duda el público no se sentirá cautivado por la armonía de la composición! 
Michael Chejov